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La tercera mujer / Nanne Timmer


foto de autor

Nanne Timmer (Holanda, 1971)

 
   Poeta y ensayista. Se doctoró en teoría literaria en la Universidad de Leiden, donde actualmente trabaja como profesora e investigadora. Muchos de sus trabajos se ocupan de la narrativa cubana. Su poesía se escribe entre dos lenguas, y con frecuencia la ha combinado con instalaciones o performances en los que lenguaje y danza devienen actores en diálogo.

 

La tercera mujer

-selección inédita de poemas de la autora-



Danza invisible


Susurra un cuerpo
allí donde nudillos pisan.

Allí donde corretean dedos,
una blusa cruje.

Ella llama. A tirones largos,
tiene también manos, ella.
como un torbellino minúsculo
repta curvando líneas,
espiralea ecos.
Da una palmada. Y otra vez
corren sus pies hacia delante.

En algún lugar sopla un pantalón,
allí vive el alma

Se despliega el pecho, un tono, todo
se abre en la voz




Sueños olivos


La noche fría toda tuya,
y yo que despertarte no quería.
Emborracharte, eso sí, eso quizá.

En mi almohada
rezumaban sueños tuyos.
De verdeolivo hablaste,
de zapatos, y de tu mujer.

Todas esas palabras
goteando hacia mi cocina.
Por la mañana me quedé
con restos de azul cobalto,
una mesa y yo misma.

Nada: escuchaba,
me inventé cordones atados,
esperaba rojo crepuscular.

Ninguna silla logró captar
tu respiración, ningún vaso tu mirada.

Y sin embargo. Hielo, carámbanos fuera,
ventanas empañadas, y tus soplos escarcha.



Balbuceos


Palabras gotean sobre el vidrio
mojado, tú dices ojo, yo digo té.
Ella te lleva vendado al cine
y yo que reclamo balbuceos
pronuncio pájaro. Pájaro.
Parpadean al viento, pálpebras,
palabras, bicicletas recién sacadas,
tormenta por haber. Anochece,
y tus palabras se deslizan
sobre mi piel, y caen
caricias, que saben a fruta
tejida en naranja, tú a tabaco y miel.
¿Atreverse a hablar palabras líquidas,
a decirnos pájaro o arena
sin que sus nombres nos congelen?



Encuentro


Balas de ilusión, balas de desesperanza.
Tú disparas. Yo no. O sí. O no.
Deletrea sonido, habla música.
Aprieto los huesos de tus palabras,
pincho los ojos de tu deseo,
atravieso. O sí, o no, yo disparo y tú en cambio.


 

La tercera mujer


Un nuevo rostro me miraba.
La tercera mujer se sentó a su lado.
Yo pagaba el café, ella el almuerzo.

Caía
          silencio

Ella miraba. Él miró en el aire, yo hacia un lado.
No había habido baile todavía. Dos palabras se atraparon entre las ruedas:

¿Y tú?

Acariciaba su brazo, ella, buscaba afirmación. Él felicidad.
Su brazo era precisamente ese intermedio.

La tercera mujer fui yo. Miré hacia un lado, ella también, a él.
Él le tocó la mano, la miró a los ojos, su café, y a mí de soslayo.

Señorita, su hora de embarque.



Mi prima Vera


Allí pasa
pavo real y cascanueces, ella,
crujiendo notas musicales,

tan ligera,
abriendo palabras que hormiguean
las sienes por la ciudad.

Líneas,
dibujos de jazz en el aire,
pasos, y Fred Astaire. Llueven
canciones por la avenida.

Burbujas
bailan en las mejillas:

brrpapá,
              brrpapá,
                           papa,

una historia de esa niña, esta mujer.

Sonidos mimados van descosiendo
silenciosas palabras de la piel.

El espacio borbotea, todo brota
               hacia afuera,
                               hacia arriba
                                              y tan lindo, tan.D

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