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10 poetas ecuatorianos del siglo XXI / Augusto Rodríguez


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GESTOR DEL DOSSIER: Augusto Rodríguez (Guayaquil, Ecuador, 1979)

 
   Es Licenciado en Comunicación Social, uno de los fundadores del grupo cultural guayaquileño Buseta de papel y editor de la revista literaria El Quirófano. Se dedica a la cátedra y colabora en publicaciones periódicas con artículos, reseñas, entrevistas, comentarios literarios en el Ecuador y en el extranjero. Premio Nacional de Poesía David Ledesma Vásquez (2005), Premio Nacional Universitario de Poesía Efraín Jara Idrovo (2005), Mención de honor en el Concurso Nacional de Poesía César Dávila Andrade (2005), Finalista del III Premio Internacional de Poesía Màrius Sampere (España, 2007) y Finalista del VII y VIII Premio Internacional de Poesía Joven Martín García Ramos (España, 2008-2009). Ha publicado los poemarios Mientras ella mata mosquitos (2004), Animales salvajes (2005), La bestia que me habita (2005), Cantos contra un dinosaurio ebrio (Barcelona, España, 2007), Matar a la bestia –recopilación-(Guadalajara, México, 2007) y La gramática del deseo (La Paz, Bolivia, 2009). Sus textos aparecen en varias antologías locales y en países como España, Uruguay, Chile, Venezuela, Perú, México y Argentina. Ha participado en varios festivales poéticos, encuentros literarios, ferias de libros dentro y fuera de su país natal como el I Festival Nacional de Poesía Hugo Mayo, CCE (2005), Toda la poesía al asador: Encuentro de Poesía Ecuador-Argentina, Alianza Francesa de Quito (2005), Encuentro Nacional de Literatura Ecuatoriana “Alfonso Carrasco Vintimilla” (Cuenca, 2005), FIL, Feria Internacional de Libro Guadalajara, México (2007), I Festival de Poesía Joven Ecuatoriana Naranjal (2007), III Encuentro Latinoamericano de Poesía Actual “Poquita Fe”, Santiago de Chile (2008), I Encuentro de Jóvenes Escritores Latinoamericanos del Alba, San Cristóbal, Venezuela (2008) y el I Festival Nacional de Poesía Joven Ileana Espinel Cedeño, CCE (2008). Parte de su obra poética está traducida al inglés, al catalán y al francés. Poemas suyos han salido en importantes periódicos y revistas impresas o virtuales de Ecuador, México, Canadá, España, Venezuela, Argentina, Perú, Chile, EE. UU., Colombia y Uruguay.
      

   Sus blogs

http://grupobusetadepapel.blogspot.com/

http://elquirofano.blogspot.com/

 


10 poetas ecuatorianos del siglo XXI

-dossier inédito de jóvenes autores-




Presentación del dossier por Fernando Itúrburu
 




Fernando Itúrburu (Guayaquil,
Ecuador, 1960)
 
   Fue integrante del grupo literario guayaquileño Sicoseo. Ha publicado ensayo, poesía, cuento y novela. Actualmente es Associate Professor of Spanish en el Department of Foreign Languages and Literature, State University of New York at Plattsburg. Acaba de publicar su antología Rumor de inventario, que es una selección personal de 30 años de escritura.       

 

Jóvenes poetas ecuatorianos:
en busca de un nuevo compromiso literario


La literatura ecuatoriana, así como otras de América Latina, ha encontrado en los grupos literarios y las revistas los medios de expresión y debates de sus ideas. Muchas veces, éstos han marcado el rumbo de lo que devendría en un membrete generacional. Cabe recordar la famosa Generación del 30, con su clara opción por el proyecto socialista y, en términos literarios, por la inclusión de obreros, campesinos y personajes de clase media, y el uso de un lenguaje a veces regional y crudo, aunque también con visos de lo que luego será llamado realismo mágico. Entre sus miembros más destacados encontramos a José de la Cuadra, Demetrio Aguilera Malta, Enrique Gil Gilbert, Gallegos Lara y Alfredo Pareja Diezcanseco. A otro nivel, Pablo Palacio, Jorge Icaza y Adalberto Ortiz. Luego de esta generación se experimentará un vacío en el panorama literario, el mismo que sólo veinte y treinta años después tratará de ser llenado con la aparición de grupos (Elan en Cuenca; Madrugada de Guayaquil) y con voces más individuales, de las cuales quizá las más conocidas sean hoy las de Jorge Enrique Adoum, Carlos Eduardo Jaramillo, Fernando Cazón Vera y Efraín Jara Idrovo.

Pero habría que esperar los años 60 y 70 para encontrar a una nueva generación aglutinándose bajo la bandera del socialismo latinoamericanista, de la escritura de compromiso social, del proceso de la Revolución Cubana y de la lucha antidictatorial y antimilitar, pues Ecuador vivió bajo estos regimenes en aquellos años. Así aparecen, La Bufanda del Sol en Quito y el Grupo Sicoseo en Guayaquil. Además, Tientos y Diferencias y Esferaimagen, entre los principales. De éstos formarán parte escritores como Eliécer Cárdenas, Iván Eguez, Javier Ponce, Jorge Velasco Mackenzie, Abdón Ubidia, Fernando Nieto Cadena, Huilo Ruales, Esteban Michelena, Jorge Martillo, Fernando Balseca, Edwin Madrid, entre otros. Hacia principios de los 80, los grupos se habrán desintegrado y cada participante tomará su rumbo, el mismo que a veces estará marcado por la diletancia tanto individual como grupal, pues el contexto en el cual aparecieron había cambiado notablemente: en el plano nacional se había pasado a un régimen democrático, y en el plano internacional se viviría el fin del llamado bloque socialista europeo. En los 80, tanto la poesía como la prosa van a registrar algunos aciertos, como el de Pedro Gil, pero también un estancamiento expresivo por el gratuito oscurecimiento del poema so pretexto de universalidad. Habrá que esperar el inicio del nuevo milenio para que otra generación retome el legado cultural de sus antecesores y debata sobre las condiciones sociales y políticas y los principios que van a determinarlos.

De esta manera, vemos un resurgimiento e innovación de la literatura ecuatoriana a manos de jóvenes escritores que buscan establecer su propio discurso en la escena nacional, fuera de los encasillamientos y disputas que caracterizaron la historia literaria ecuatoriana. Así, a más de varios escritores jóvenes sin filiación, encontramos grupos nuevos, como Buseta de Papel en Guayaquil y Machete Rabioso, Fe de Erratas y Locomotrova en Quito, La Esponja y La Pileta en Cuenca o Quetzal de Riobamba alrededor de los cuales se concentran decenas de jóvenes que, a la par que leen, escriben, publican y concursan en certámenes literarios, intercambian ágilmente información con otros grupos nacionales e internacionales. Ellos caracterizan también por un ágil fomento de actividades culturales, cosa inédita en la historia nacional, al menos en cuanto a la calidad e intensidad de las mismas, y por el rápido acceso a la era de la computación. Sus trabajos, como se apreciará más adelante, cuestionan la vida y el arte, pero con mayor desenfado y seguridad. Tienen un punto de vista político progresista y muchas veces un tono de rebeldía pero, al mismo tiempo, dan cabida a formas discursivas generalmente consideradas por el dogmatismo como extranjeras o baja cultura, como la música punk, la picaresca, el juego de palabras, cuestionamientos a las sexualidades hegemónicas, entre otros. Como toda generación, la actual se está haciendo, y sólo el tiempo dará el veredicto final sobre sus bondades y logros. Sin embargo, provoca entusiasmo ser testigo del surgimiento de sus voces en medio de las exigencias de la sociedad actual.D



Dossier 10 poetas ecuatorianos del siglo XXI




SIOMARA ESPAÑA (Manabí, 1976)

 
   Integrante del grupo literario Re-verso. Actualmente estudia literatura en la Universidad de Guayaquil. Ha participado y ha organizado varios eventos culturales en el Ecuador y el extranjero. Actualmente se encuentra preparando su primer poemario. Ha publicado los poemarios: Concupiscencia (2007) y Alivio Demente (2008). Primer Premio de Poesía Universitaria, Universidad de Guayaquil, 2008 y Finalista en el concurso de cuentos Jorge Luis Borges, Argentina, 2008.



EL REGRESO DE LOLITA


Yo soy Lolita
así los Lobos esteparios
me desenreden
las trenzas con sus dientes
y me lancen
caramelos de cianuro y goma.
Intuí mi nombre aquel día del puerto
con los náufragos
¿recuerdas?
Y aquel combate
con Vladimir, el imperecedero. 
Sé que soy Lolita
lo supe cuando me entregó
sus manos laceradas de escribirme.
Por eso cuando apareciste
libidinoso  y suplicante
a  contarme tus temores
te deje tocarme
morder mis brazos y  rodillas
te deje mutilar entre mis piernas
los ardides de Charlotte.
Sabía que tu vieja espada
cortaría una a una mis venas
mis pupilas
y me burlé cien veces
de tu estupidez de niño viejo
llorando entre mi vientre.
y cuando todos los náufragos del mundo
volvieron a mi puerto
a entregarme dadivas
que yo pagaba con carne
tú saltaste tras mi sombra
mientras yo, huía y bailaba.
Por eso sé que soy Lolita,
la  nínfula de moteles y anagramas
que vuelve con la maleta al hombro
a retomar tras años el pasado.




DUELO


Estoy haciendo todos los duelos
a esta muerte:
corto mis uñas,
mi cabello,
lo visto de negro,
así como a mi cuerpo.
Cuelgo una manta en tu retrato
y voy dibujando espacios
ensangrentado besos,
disfrazando fantasmas,
Esquinas inconscientes
de laberintos y bares
mientras manos anacoretas
emparedan los rincones.
Con ojos vendados,
diagramados,
oxidados,
lapidados de salitre,
emprendo los duelos pertinentes.
Hasta que liquide
la hecatombe de la almohada,
de la espalda, del derecho y del revés.
Porque cuando me recupere de los golpes:
contra puertas, ventanas y escaleras,
entregaré a Abrahán, a Isaac
y a todos los profetas
los sacos de cenizas,
donde guardé el duelo de esta muerte.

*

Me despido de tu cuerpo
de tus ojos, de tus manos
de la cama vieja y de su estruendo
me despido de las fiebres
de los ecos de mis huesos en tus manos
de tus dientes mordedores
me despido porque es temprano
me despido porque aun escucho tus gemidos.
A chorros me sangran tus heridas
aun escarbo la nostalgia de tu cuerpo
porque si no me marcho
podríamos ser felices


*

El mar se desparrama
se parte en pedazos
los niños lloran
cansados de morder el agua
el duro pan
las algas secas
los náufragos por su parte
buscan látigos de fuego
los heridos retazos
para cobijar sueños
lejos el eco parpadea
nado en turbulencias
y el mediodía asoma su rostro envenenado


*

Ahora flotan las cosas
hoteles,
frutas,
ventanas
y no son las mismas de antes
las que revoloteaban
ahora hacia el pavimento
los carros van de picada
chocando contra aeroplanos
que corren por la calzada.
Maniobras vías
sobre el viento diseñadas
resucitas tus muertos
y me obligas la mirada
entre tus muslos marchitos
y canciones pasadas.D





EDISON LASSO ROCHA (Piñas - El Oro, 1977)

 
   Estudió Matemática y Literatura. Forma parte del proyecto editorial Fe de Erratas. Sus poemas han sido publicados en revistas dentro y fuera del país. Ha escrito a cuatro manos el libro Fe de Erratas, Quince Años de Éxito (2006). Su poesía está publicada en revistas y antologías del país.

 


Todo número multiplicado por cero da uno mismo
Paulina Pantoja


UNO

Nunca me gusto eso de dibujar el infinito
y buscar el argumento
de una película porno.

Por eso huí de ellos
no fue que me echaron,
ni que me desquicié.

¡Malditos matemáticos!
Satánicos engranajes del bien
los anillos son para ponérselos,
para cultivar niños las matrices
y aunque sea bueno eso de tener un cero como amigo
siempre preferiré el silencio.


DAMA POLiNESIA

La ficha impávida
espera en su rincón el turno que no tiene
y con el ceño fruncido
exige ser movida…

Retiene mi mano en su cintura como decir sus pensamientos
se abre paso bailando
y sin entender la geometría china del tablero
llora
        digo ríe.

Hace una reverencia, esta vez
jugará a corregir las líneas de mi palma para que su sonrisa no
fenezca
y sin entender su jugada
destruyo
              es decir, escribo.



REFUGIO VEGETAL

Yo puedo ser el padre
de incendios y de manicomios,
hermano de los rascacielos
pero siempre seré un hijo de mi madre.
Puedo arrojarle sal a una babosa,
y en acto de cruel humanidad
regalarle un verso a un mendigo.

Yo puedo destruir los teléfonos
de quienes me critican,
regocijarme en sus caries
con mis excesos
y mis redundancias
y en lugar de devolverles sus tomates
arrojarles uno de mis ojos.

Lejos de bibliotecas politécnicas
puedo detener el tiempo
si me da la gana,
morder escarabajos como caramelos
o echar a volar este potencial avión
sólo por gusto;
porque cuando siento ganas
no hay madre que me detenga.


SUEÑO INCOHERENTE/ POSICIÓN 1

Es el quinto dictado de la tarde
y el más largo de la jornada
con el rostro fastidiado
una hermosa muchacha
que aún no se convence de la suavidad de mis piernas
aguarda sobre el escritorio
el último verso y piensa:
debí estudiar ingeniería
como quería mamá
no estaría aquí
copiando estas mamarrachadas.


LA CIUDAD


Nos dejó construirnos en voz baja
(para no despertarnos)
y con precaución
integró la esquizofrenia con los laberintos
hasta precipitarse el carbón
que respiramos varias veces
pues es lo único que sirve aquí
y al final, sólo al final

Descubrimos nuestras manos tristes.D





DIEGO CAZAR (Quito, 1977)

 
   Autor de los poemarios Más Caras tras Máscaras (2002) y Telarañas las pupilas (2005) y Caleidoscopio (2006). Miembro del colectivo artístico Locomotrova. Textos suyos aparecen en antologías locales y extranjeras.

 

para escribir en un poema la vida,
me excuso ante mis muertos
-que de todos son los vivos-
les suplico a sus hálitos,
a las psicofonías heredadas,
que me enrumben y me enviuden
de tumba en tumba,
por la guadúa guadañera que me guarda.

les ofrezco disculpas,
para qué mirar hacia atrás;
inclino su jolgorio,
derramo su plasma sobre mi rostro,
imploro.

que no me encuentren, entonces, los huaqueros
para que me profane sólo mi amada,
alma felina,
y me ame el aire que escondí
con su aire estelar desnudo,
como cuando nos vimos galaxias.

yo le escribiré mis nombres en sus senos,
y con los lápices de mi esqueleto,
la muerte,
para que el beso febril
al fin sea nuestra adenda.

así es como se hizo el universo.

después,
recuerdo cuando moriré
y me sosiego en el orgasmo único,
onanista,
muy a pesar de mí,
hasta que entiendo al uno que éramos mañana.

comprendo los parlamentos de cada instinto,
de cada víscera,
de toda fugacidad,
del big bang genital al que confié mi ser
a costa de ser insurrecto,
porque adoré las ventanas esféricas
debajo de pestañas
y los tejados naturales
sueltos al viento
y las columnas de muslos jugueteados
y la puerta de madera boscosa
húmeda, tropical
y el sagrario sensible-carne viva
y el atrio sudoroso de dos manos
y la redonda sacristía detrás
con su división insinuada,
y las copas atadas, de cabeza, a un pezón
-dos-
y las campanas de cada mareo
y la hostia profana de la boca
y el altar en donde adoré
cada clímax pretérito
mientras sentía morirme.

¡cuánto adoré morir!


el cantautor empuña la guitarra
como en los tiempos de juglaría,
apunta,
dispara,
hiere,
taconea las palabras
y quiebra la voz.

como todo quiebre,
suena sedes y hambrunas
y mira el sol del cañón
que se avienta sobre su coronilla,
y enfoca objetivos
sin ver enfrente más que mar adentro,
intuitivo.

como toda quebrada
suda y gimotea;
aplauden mareas,
plasman chasquidos,
placeres se plagian
placentas
plantas de plexos plenos
con sus dendritas ávidas.

la trayectoria del proyectil se bifurca,
arranca risas,
compás de la luz sobre la escena;
hace de las palmas aleteos,
regocijos en las silbatinas tribales,
la terapia avanza trepidante
y circunda:
mi
si
sol
re
la
mi

con la nota de-caída
besa la frente de la canción
y sorbe su afable lengua,
a quemarropa el recital.

el cantautor sostenido desnuda y deshalaga,
como el muerte-metal,
diciendo tinieblas horrores,
sangre, leche y desarraigos;
¡qué no queremos ver, pues!

que ciegos vemos más lejos
y cojos marchamos combativos,
y mancos
-así en Santiago como en el cielo-
nos perpetuamos;
y ancianos...
ancianos en bemoles
y menores.

ronronea, cantautor,
arrima la culata de tu guitarra en mi hombro,
que voy llorando.


me pongo a mirar a los hombres andar
sobre sus pies de plomo,
contemplo la baba que dejan sus pasos
y huelo aromáticos humazos
cuando vislumbro los trazos de cada trayecto.

hay uno que es circuito y se humedece,
una caterva besuquea lo que queda de aire
y levitan revesados sus pajarracos cabellos.

otro tanto escandaliza mi tumbado
con la marcha de gamonales con que se dan de comer.

pudiera relatar tantas veces aquel cuadro,
alterar a mi antojo sus pseudocolores
y las direcciones hacia las cuales no van,
callarles la levedad...

me siento sobre una tiniebla a mirarles
sin intención de desmentir sus asuntos,
sin desmerecer sus empresas,
solo fumo y miro.

escribo en esperanto las palabras prescindidas
y las digo en murmullos
cuando las mujeres se desgranan la tersura
y se impregnan en cada aro de mis bocanadas;
ya están solas con su sequía,
aunque crean perseguir el retiro
al soltar sobre el tablero mil y una glándulas,
y creo que no hay máscaras más fastuosas que ellas,
suicidas.

saben tanto que prefieren olvidar.

las costras de casimir
son avalanchas sobre la imaginería,
horcas las corbatas que ironizan la sensibilidad del nudo.

los miro desde el subterfugio de mi propio sacrificio
para evadirme,
me miro pasar desapercibido,
fumo y participo del contrargumento con mi nube.

con el paso de las horas,
trocamos luz,
yo piso sus pies,
agachado para ver;
estoy cara o cruz,
pero no tengo guarismo;
no me comprendo binario.

el movimiento viste sombreros de toquilla
para simular a la brisa,
para bailar sin compás,
entonces los miro en su orden
y hablo con voz clara de elipsis.

es hora de cantar,
hay que ungir el aljibe del roído ser con miel,
hay que sembrarse jengibre en las tetillas
y darse a los poros,
amigarse con el vértigo.

ya no hay qué mirar allá abajo,
este abajo basta en el canto
como basta el miedo domesticado,
compañero;
hay que sacar la voz y esperar que se siente,
que fume
y que se mire salir.



¡QUÉ BOCA TAN GRANDE TIENES EN LA ENTREPIERNA!

asesina gruta dentada
ánfora de cartillas de lotería
arcas anarcas parcas narcóticas
velludas agudas estalactitas
enormes.
rugen ante mis dedos
y mordiscan mis uñas
no soy yo quien se las come
es tu boca tan grande
en la entrepierna falsaria
que sorbe
chupa garrapata
espera la embriaguez
para dejar caer los dientes
como nuestras madres
tierra leches ubres meses
mareas
pero a gritos.


SEPELIO

quédese bajo tierra el polvo y la basura,
con gusanos enfermos y flores plásticas.
incinérese en sudores cada herida,
cada puñalada,
una por cada embestida (el clímax quema cien).
si hay llanto, no es necesario guardar luto.
cúbrase con cal.D




AUGUSTO RODRÍGUEZ (Guayaquil, Ecuador, 1979)

 
   Licenciado en Comunicación social. Ha publicado los poemarios: Mientras ella mata mosquitos (2004), Animales salvajes (2005), La bestia que me habita (2005), Cantos contra un dinosaurio ebrio (Barcelona, España, 2007) y Matar a la bestia –recopilación- (Guadalajara, México, 2007). Ha obtenido el Premio Nacional de Poesía David Ledesma Vásquez (2005), el Premio Nacional Universitario de Poesía Efraín Jara Idrovo (2005), Mención de Honor en el Concurso Nacional de Poesía César Dávila Andrade (2005), Finalista del III Premio Internacional de Poesía Màrius Sampere (España, 2007) y Finalista del VII y VIII Premio Internacional de Poesía Joven Martín García Ramos (España, 2008-2009). Es uno de los fundadores del grupo cultural guayaquileño Buseta de papel. Parte de su obra poética está traducida al inglés, al catalán y al francés. Poemas suyos han salido en importantes antologías, periódicos y en revistas impresas o virtuales de Hispanoamérica. Editor de la revista literaria El Quirófano.

 


El beso de los dementes


I


En el inicio éramos mi padre y yo tomados de la mano en la infancia de nuestro apellido, en la prehistoria de nuestros abrazos y besos, de los viajes a la noche inventada o a la ciudad del alcohol y del tabaco. Nada sacamos a limpio si el mundo no se despedazó con nuestros rezos familiares. Si nosotros no fuimos el mundo, si la tierra que hierve entre nuestras venas no expulsó el infierno que llevamos dentro. Mi padre era un ser de piel silenciosa que llevaba en el corazón la ira, el odio y la condena del tiempo; hombre de sal, de sueños verdes, destinado a padecer debajo de la tormenta de hielo que incendió sus manos; manos que acariciaron mis párpados gastados, que alguna vez miraron cómo el horizonte fue un imperio que se destruyó con el fuego de la selva. Mi padre atravesó la orilla de los muertos para alcanzarme, para alcanzar a sus muertos y decirles que es el hijo de la rabia, de la furia, el hijo de los ángeles violados, el hijo que se fugó de su propio entierro para reinventar los sollozos de las mujeres que tanto amó. Mi padre es la copa rota donde yo bebo sus vicios. Soy su vicio más profundo, su herencia vengativa, la carne miserable que no teme dividir el aire para conquistar lo que desea. Soy su herencia enferma, que asesinará sin piedad a sus verdugos. Su herencia enloquecida, que revivirá cadáveres y bestias, con tal de que su herida expulse el veneno. Mi padre es una habitación abierta de par en par donde yo entro sin zapatos y sin medias, dispuesto a corregir mis errores. Ahí dentro sé que soy bienvenido, pero tengo que guardar silencio, para que su palabra, que es silencio y gozo, me atraviese el tímpano, el cerebelo y cruce mi espina dorsal hasta crucificarse en mi aorta. Tengo que aprender a defenderme de sus espejos y dioses furiosos: como tigres se me lanzan al círculo e impulsan a pelear con mis manos heridas. Solo acepto con honor su invitación y nos debatimos.



IV


Hoy rezo por la sangre de mi sangre, la carne de mi carne, que descansa en la bóveda familiar hasta el día del juicio final. Esperando la visita de un ángel perdido que galope en mi cráneo e intente descifrar los misterios de mi vida, antes de que sea tarde. Me interesa descubrir la luz de las cosas simples, que también amó mi padre antes de la cosecha y del diluvio; descubrir su herencia fosforescente en este día cálido de invierno, donde llueve y la ciudad parece una construcción hecha por niños tristes que intentan decapitar los techos de los lugares donde alguna vez fui feliz. Con mis manos intento esculpir a mi padre, regresarlo del largo viaje donde la felicidad sigue siendo una luz que atraviesa los cristales y nos deleita con su coito de estrellas. En algún lugar de estas calles mi padre me espera: los brazos abiertos, su sonrisa cálida, un latido de caballo azul, sus dedos tristes, dispuestos a acariciarme; me esperará con dos copas de vino servidas para beber nuestra sangre y recordar el origen de la selva interior. El abrazo será largo como una manada de pájaros en dirección al sur, y la fábula de nuestras pieles, la única garantía de no volvernos locos en este desierto.

.

XI


Mi padre murió con miedo a cerrar los párpados, con los anillos del tiempo en los dedos púrpuras, los ojos heridos de sangre amarilla, los dientes ennegrecidos por el sol y las corrientes del aire de serpiente. Cuando alguien muere al fin deja su jaula, para convertirse en la presa de los rostros sucesivos de la piedra original, en los colores de las fuentes del agua, en las monedas arrojadas por los veteranos; deja fluir su alma como el poema perfecto y se va, lejos, muy lejos, a buscar eso que alguien pierde en los riachuelos de los días, la suerte arrojada en los casinos o en las cartas. Lo que sea con más que morir en la ola, en la espuma o en los dientes de ese mar que nos reclama desde el paraíso inventado por las palabras dogmáticas, que nunca significan nada más que ver cómo decapitan a los hombres en una cruz arrojada al abismo de las campanas.



XVI


Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre. Yo soy el cáncer que mató a mi padre Yo soy el



XVII


Tengo destruida las sienes; en mi piel florecen huellas que son pequeños virus, que me derriten a lo largo de la epidermis. Tengo la memoria despedazada y me siguen enloqueciendo aquellas madres, hijas, abuelas, tías en las venas(1). Mi aorta se resquebraja, el corazón es un barco sin vergüenza: no teme hundirse en las profundas sombras de mis arterias. Soy un fantasma que vuela en los rincones de mi infancia escasa. Veo en la otra orilla mi cuerpo desangrado. Y mi muerte. Creo que es hora de cruzar el umbral de las cosas y dejar que mis párpados descubran, por primera vez, las vocales de la ceniza.


XVIII


La tierra entera es una apariencia banal ante tus ojos, padre mío. Mírame con tu amor y tu desprecio mayores. Merezco morir por tu despecho y por tu cruel enfermedad. Merezco ser la enfermedad que te está matando y merezco morir en tu honor y en tu regazo. Eres la sombra y el cuchillo que se enterrará en mi corazón. Mátame, padre, de una vez. Mátame. Yo soy el cordero de tus pesadillas.D


Notas

(1) Antonio Gamoneda, Arden las pérdidas.





LUIS ALBERTO BRAVO (Milagro, 1979)

 
   Ha recibido Tres Menciones de Honor en Concursos Nacionales de Poesía. Integrante del grupo cultural Buseta de papel. Está por publicar su primer libro. Su poesía consta en varias antologías locales y extranjeras. Estudia cine en la Escuela de Cine de Guayaquil.      

 



UNA CHICA GOLPEADA EN LA PISCINA


Su lengua ahora es más larga
y hay rastros de pasta dentífrica.

Ahora ella cierra los ojos donde lloraba.

Ahora las hojas vuelan para todos lados,
y vuelven a caer…
                        cerca de aquí…
               (Donde estaba la chica golpeada y muerta en la piscina).

La sacaron del agua
como quien saca a un pequeño esqueleto,
como quien carga una madera pintada…
O como quien mide al primer amor.

Y mientras le espiaban las nalgas…
“Pero, ¿las nalgas de quien?”
“Pues, de ella…
de la chica golpeada y muerta en la piscina”—.
,,, alguien le sacó unas fotos;
Y por ello,
ahora podemos decir cuando nos preguntan
              por la chica golpeada y muerta en la piscina:
                           “Ella estaba ahí…
                                   Y nosotros acá…
                                   Y los tipos de las fotos más allá”.

En las cercas pintadas
los vecinos murmuran & enrabietados
exclaman: “Si bien, era una mala chica,
no merecía morir en una piscina”.
—“Pero, ¿ha muerto quién…? ¿Quién ha muerto, quién?”
—“Pues ella…
 La chica golpeada y muerta en la piscina”—.

“Yo le solía traer cervezas,
y cuando me daba propinas
ella solía decir:
                           «Sólo un ángel como yo
                            dejaría caer sobre ti
                            un pedazo de manzana…
                            —Como quien deja caer sobre una isla—
                            y verdaderamente lo soy»
(…) (glup)
Aún así, no tenía que morir en una piscina”.

“La mujer de allá,
nos ha dicho que a veces solía verla llorar en el patio,
y luego saltar las cercas pintadas,
sólo para arrancar —con un instrumento del bosque—
todas las manzanas fuertes”.


Desde aquel día
vengo a esta casa de martes a jueves…
Y siempre, siempre
un pequeño ojo del atardecer
                           perfora las nubes (y luego llueve).
Y entonces… ella abre sus alas, se eleva (y llueve) y abre sus alas
            (como si evocara la luz de un perro sobre una nube podrida).
—“Pero, ¿quien? ¿Me hablas de quién?”
—“Pues, de ella…
De la chica golpeada y muerta en la piscina”—.



SOFÍA

Salgo a las doce de la noche,
a darle un trozo de vidrio a los niños.

“¡Vuelvo!... Junta la puerta: Para que entre yo,
                                                    para evitar a los ladrones”.

Hay algo de noche en el gato;
Hay algo de gato en el zinc que da a la calle.
Al final del jardín un duende defeca.
Lo sé por los árboles
—¡¡tosen los árboles!!—.

Tiene la oreja de un cerdo
y el mandil de un carnicero;
Me arropo mientras la araña me mira:
Sueño a Kerouac atropellado por un camioncito de marihuana
[y en el cuarto adjunto (a ti),
se te revientan los ojos].


EL SUEÑO


Y cuando tú no estás
Sueño que duermo sueño que sueño


Paul Eluard


El sueño…
Baile que se baila sobre la liebre,
donde pone música el desiderátum,
donde los long play’s son hojas de otro tiempo.
Y el sueño
             del sueño
                           en el sueño
es la enfermedad del pétalo de la vida
donde el hongo blanco y los ferrocarriles se descomponen.



CAJITA DE MÚSICA


Las niñas
juegan con las muñecas,
y por ello sus padres ríen.

Las niñas
les inventan novios a sus muñecas,
y por ello sus padres callan.

Las niñas
quisieran parir muñecas,
y por ello sus padres las abandonan.



SPLEEN


Me mudaré a una playa;
Aquí solo se me ocurre
escupir sobre los puentes.D






ALEXIS CUZME (Manta, 1980)

 
   Licenciado en Ciencias de la Comunicación, periodista cultural y cronista de cine. Editor de la revista rockera Marfuz. Ha publicado los poemarios: Desconsuelo (2001), Complot ante el silencio (2003) y Club de los premuertos (2006). En el campo rockero ha publicado el cuadernillo Legión: década pagana (2006). Actualmente se desenvuelve como asistente de edición en la Editorial Mar Abierto de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí.

 


PODEMOS MENTIRLE AL PLACER

Sigilosamente
la tarde arrebata desencantos.

Creer en tu sexo,
en su frescura,
sonoridad,
es común y agotador.

Zozobra el artificio,
pero podemos mentirle al placer.

Amor,
tus glúteos encierran otra forma de vitalidad.


CLUB DE LOS PREMUERTOS

Frente al club de los premuertos
avanzo,
mi último pasillo,
contemplo las luces
como Al Pacino y Sean Penn.

Me desconecto:
yo no seré tú
y tú no serás yo,
rompo el nexo de la carne.

Pequeña, llorarás.
Todo principio suele ser así,
revivirás las fotografías,
absorberás el escaso aroma de mis camisetas,
releerás las cartas en que mentí para acercarte,
contemplarás hasta agotar
las colillas vetustas bajo la cama,
mis medias y botines jubilados,
los últimos preservativos consumidos,
mis discos gastados de ritmo
y palabras descompuestas en dolor,
el retrete donde paré el tiempo y la mierda
para crear quimeras sin olor ni forma.

Pequeña, llorarás,
sobre la cama en que degustamos nuestros sexos
y degollamos la idea de familia
(sobre todo yo,
responsable no era un complemento que encajara en mí)

Mientras avanzo:
pasillo sin regreso,
pálido tumulto giratorio.

Restaré 21 gramos, quizás más,
para apoyar tu creencia almamito.
Tú y tu dios travestirán mi idea tras la ida.

Pequeña, llorarás,
pero cierra la puerta
no me resfriaré con tus lágrimas.


SOBRE PÁGINAS IMAGINARIAS

Te escribo desde el árido rincón de la tarde
sobre páginas imaginarias
frente a una taza de café rodeada por insectos
un track inagotable volviendo en cada clic
una imagen adjunta que no paro de admirar
y la idea común que clama destrucción.

Te escribo y me arrepiento:
tus zapatos enlodados
marcan nuevos signos
la continuación de lo insólito tras de mí.

Suprimo el párrafo
la errada selección inliteraria que asoma sin vergüenza.
Olvida que dije ser poeta
es un título grande aún para mi estatura.
Mientras todo sigue igual:
la tarde árida
insectos flotando en mi café
el track parado en cada nota
y la página imaginaria volviendo a su pureza.


POST MORTEM

Y mi carne
¿por qué no forra
el espectáculo de mis restos?

Mi osamenta,
mi tiza aún compacta,
¿por qué ante manos insaciables?
¿por qué ante rostros eruditos se desgasta?

Rey
durante la estadía en mi oscuro templo.
y ahora bufón,
distracción desnuda,
croquis indefenso.

Y mis súbditos rastreros
¿a dónde han ido?
¿por qué extraños me exhiben
en el circo de la ciencia?

Flaco, ingobernable,
sin luz, era feliz.
Ahora: marioneta, libro releído,
rompecabezas transportable,
alimento intelectual para perros.

Goberné el silencio del concreto
y recibí una fecha:
el comienzo y el final
y de qué me quejo,
si aquí también me han numerado.
Pero soy bufón:
el obsequio ofrecido en la necrópolis.


RETRATO DE UN IMPULCRO

Tallo cuatro letras sobre tus pupilas.
¿Adivina cuáles son?

¿Creerás que intento levantar el sol, en madrugadas,
con la punta calva de mi sexo;
decir adiós (a todo y a todos)
mientras cepillo mis caries
y remuevo algo del sarro duradero?

No reprimas mis estomacales movimientos salvajes,
es la lid interna preexpulsión
de reservas incoléricas descuajadas,
es el hedor que chilla y filtra por aberturas
hasta atacar tu olfato perfumado.

Después de mí
estaré nuevamente:
candidato sucio a la poesía.

Porque reboso de vilidad,
porque mi nariz es una mina
de pelitos antiestéticos
explotada
removida
dispersa
entre la pasarela de mi dedos,
y eso –aunque te cueste soportar- es importante.

¡Qué alguien me clausure!
parche mis orificios
niegue la comunicación:
                                 silbido
                                  eructo.

Solo he tallado cuatro letras sobre tus pupilas
¿sabes cuáles son?D




ANA MINGA (Loja, 1983)

 
   Realizó estudios en la Facultad de Comunicación Social, Universidad Central del Ecuador. Ha obtenido el Primer lugar en el concurso de cuento “Rostros de Luna”, organizado por el Museo de Bellas Artes de la ciudad de Quito; el Primer lugar en el concurso de poesía 2003, de la Universidad Central del Ecuador, medalla de Plata en el concurso universitario de poesía 2006. Universidad Central del Ecuador; mención de honor en Segovia, España, en el I Concurso de Relato Corto de Villa Pedraza. Ha publicado el poemario A espaldas de Dios (2004).

 


IV

a mi madre

Me clama piedad
se levanta resistiendo la ausencia de alimento
intuye que quiero lanzar mi alma por el desagüe
sé qué en cualquier momento va a morir
que no soy la que ella quisiera.

Hoy le he dicho
que todo su rostro se parécela de Frida Kahlo
(mira qué guapa)
pero aquí entre nos
el parecido no está sólo en el rostro
también son las bellas trenzas
y el vientre dañado
pues en este complot
yo puedo ser su hija
pero en otro
fui el feto perdido de Frida.

¡Reza! ¡reza por favor!
le grito
y ella reza a no sé quién para tener valor
mientras
esperamos que explote el veneno.



VI


Sólo cuando nos obligan a hablar
nos asomamos por los ojos
la boca
las orejas
las manos.

Adentro somos cuervos
nadie escucha nuestro violín
las velas se apagan
en la lengua fluye desnudo un insecto
los pretextos se derrumban tras las columnas

nos hemos sacado la mirada.



IX


Salten como yo
¡bailen!
tomen vodka
vengan con el pastel
hoy celebro mi último cumpleaños
con una calavera en el pensamiento

no se asusten
si al final
sólo quedan
espejos



XVI


El día que comenzaste a quedar en silencio
mi padre en el cartón de su ropa
traía el aliento de los amantes enterrados.

Callada supe
cómo el fémur cruje debajo de las hojas.

Este mes
ese padre mío dejará a los de Sumpa
saldrá de la llaga
bajo el brazo llevará sus restos
mientras yo por las calles
llevaré a tu hijo en el cerebro.




F


Ayer sufrió de nervios
y ahora
el borracho está bajo la cama
diciendo que su familia lo hizo palillo de dientes
balbucea en calcomanía
el escándalo de llevar una estaca
entre la carne y el esternón
pues según el testimonio de su presencia
lo confundieron con vampiro
siendo amante.

Le atraviesa la mañana
escondido bajo la cama
declarándose cuerdo
para dejar de vivir en un hospital psiquiátrico.

Se le revienta algo
-se revienta-
tal vez esta noche
nos reventamos por completo.D





DINA BELLRHAM (Milagro, 1984)

 
   Estudiante de Medicina en la Universidad de Guayaquil. Reside entre Guayaquil y Naranjito. Ha participado en varios recitales organizado por los diferentes grupos poéticos del país. Miembro del grupo cultural Buseta de papel. Ha publicado Con plexo de culpa (2008). Está por publicar su segundo libro. Primera Mención del Concurso de Poesía Joven Ileana Espinel Cedeño 2008.

 


ANHEDONIA

Hasta los sismos en las piernas han mutado a esfinges. Hemos huido de la catástrofe de las encías. Nos mudaremos de falanges y ventanas, con el miedo bajo el brazo cual portafolio de oficina. El parque se torna pluvioso, quebradizo. No basta crujir nuestros dientes de columpio, ni bostezar resbaladeras si nos sobran extremidades y saliva. El suelo se ha vuelto puta en los zapatos. Y yo pretendo seguir de raíz en los cordeles, ahora que hay suburbios en un racimo de ósculos.


LISIS

Quisiera que sientas
el dolor en las ramas,
el hambre del tren a su paso,
el grito de la niña
cuando viola sus muñecas.

Abrir las piernas
es tan siniestro
como crear bocas en mis manos.

Es lastimero esto de esperarte
D  i  s  p  e  r  s  a
para dormir enredada en los árboles.

A veces soy el florero de todas las salas
alojando dientes en tus costillas.

Qué bueno es esto
de abandonar los ojos en el baño.



III (LOS ESCRIBIDORES)

Hay una mesa paralela a un jardín arcaico. Yo extiendo mi regazo en las horas que dura el cielo sin su cinética de dinosaurios ególatras. De vez en cuando dejo las meninges escondidas en los bolsillos, porque me hastía su dolor de huérfano en mi cráneo, su llanto circular y víctima, su complejo de enano de fábula.

Entre el jardín y la mesa viven escribidores atrapados en smokings soñando el sueño que tuve hace dos siglos. Es muy tarde, yo me ido, he dejado el cuerpo perforado, la sonrisa y su juerga muscular. No necesito los pies para sembrar terror en las vías. Ni la péndola. Ni el papel calcinado entre mis dedos. Tengo dos libros en las sienes.

La mujer de helio me enreda en sus piernas, mastica mis pezones hasta arrancarlos. Está con rabia, con el perro atravesado en sus costillas. No me importa, su helio es mi ala de juguete, soy el náufrago de su párpado de océano.

Debo soportar sus días de témpano, desde acá observo a las escribidores abandonar el suicidio anticipado. Uno de ellos, tiene el corazón de virgen de estampilla, no son dagas, son vástagos sin vientre.

Cuando la mujer de helio llega al barrio de Midas, abre la boca y expulsa su globo. Se calza los huesos, nervios y arterias debajo de las piernas. Yo la espero. Deposito la lengua a su costado, mientras corro con las venas cual péndulos de sanatorios. Ella cura mis muñecas, adormece la anemia. Ella es fuerte. Ella apretará el gatillo en el desierto.


VIII (MUÑECAS MUDAS)

Hay princesas en la alacena de la casa carente de espectros. He visto sus faldas cual campanas de iglesias marchitas, retumbando pentagramas prolijos en su vientre pueblerino. Mientras el agua inunda maceteros, las princesas salen a buscar dragones alopécicos. Les pesan los kilos de tela en sus entrepiernas, sus alarmas sudoríficas en los pechos.

Cada madrugada cuando todos duermen (incluso yo), salen a observar a la mujer de helio que posa desnuda frente a un lavabo, tiene el arma entre sus dientes, tiene dientes en sus muñecas de espantapájaros, hay planetas mientras sus pupilas se cuartean, le crecen alas en los vocablos, le caben litros en la palma, se condensan, los ultraja. Hay atardeceres cuando deshabita el mundo. Odia verla, no me escucha cuando disparo plegarias en su lengua quimérica.

He despertado. El sol regurgita su grito de fotones. Mis muñecas están rotas. Hay murciélagos en el techo. Ellos fueron. Ellos bebieron los relámpagos de sus rizos. Mis muñecas se han quedado mudas.


IX (DÍAS DE CAOS)

En medio de las piernas no está el amor de los niños, ni la dentadura de los ancianos. Mis senos no es tu madre resucitada del calendario. La espalda no es el sismo donde mueren los árboles. No soy el hambre de una lámpara.

Soy ovarios e intestinos. Costal de huesos y sinapsis. Me olvido ponerme los pies. Me corto las venas. Juego a contener el aire debajo del agua. Sepulto arañas en cajitas de fósforos.

El helio no son los grados bajo cero. Si te arranco los ojos no es por cultivar costumbres, me faltan los lentes subterráneos. No rompas el hilo. Ni las burbujas en la superficie del vaso. A veces las flores en cubículos me conmueven. Amo el olor de las plantas muertas. Huelen a libros viejos.D




FREDDY AYALA PLAZARTE (Latacunga, 1983)

 
   Estudió Comunicación Social en la Universidad Central del Ecuador. Integrante de los talleres literarios de la CCE coordinado por Diego Velasco Andrade. Miembro del grupo literario la.kbzuhela, en cuyo colectivo ha publicado el poemario Zaratana (Drugos de la Naranja Editorial, 2007). Consta en la selección poética Fractales editada recientemente por la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, 2008. Tiene dos libros inéditos de poesía: Estatuas de alabastro y Mi padre en las rieles de Sumpa. Colabora regularmente en investigación y edición de textos con ASIEDICIONES y K-Oz Editorial.

 


V

Mientras camino entre el escombro
de los crepúsculos
esperando la sentencia del reloj
a mis espaldas se cierne
la sal de los marineros
las velas alcanzan un pedazo de cielo
mi viuda entona el himno
para aquellos que viajan sin retorno
Detrás de la puerta
en la habitación de un sobreviviente
es silencioso el paso de los días
la huella de su rostro agotado
y la muñeca a la que le fue arrancado el cabello


VI

Conspira la geisha
ardida como una idea panteísta
por la cíclica cantera de seres mortales
hace parir su noche en la cofia del desierto
el ángel gregario de astronomías
adormece su espejismo

Su cuerpo es una vereda de salamandras
con el polvo de la viga derrama su pasado
lleva mucho tiempo en la garganta del mar
tragada por su leproso destino
en su espinosa yema almacena el olfato
de un desterrado brahmán
llora por la boca de los muertos
se deja mutar en la arcilla

Congelada de temores
escucha chocar su dentadura
-completamente hundida-
se aplasta en la lengua el alba
y come-las-vertientes-de-mi-corazón


VIII

En medio de un inmutable atardecer
el mar teje su destino
en tu lunar se mueren mis estrellas
la gaviota vuela invertida
solloza por su desalmada caza de peces

En las cavidades de tu cielo
se abre una brusca tormenta de piedras

                       mi decadencia cae desafinada
en las cuerdas del vacío

la arena venenosa
declina lo rayos de loto
atestiguo entre las sombras
                      como cae el filo de tu hoz
en la ola que lamen los marineros

Me han prohibido beber la espuma
que baja por el colmillo de medusas
                      he decidido acostarme boca arriba
y mirar por debajo de una máscara
                      el tránsito de las nubes al ocaso
después de trazar rayuelas en la médula
                                                 de los hombres


XXII

Viene la mucama sumida en sus párpados
a eyacular una sonrisa
encierra mi existencia en un anillo tatuado

un esparadrapo envuelve su rostro
se ensancha en las púas de la estrella
accidenta su aliento hacia una desaforada
óptica de lechuzas

Da bruscos pasos en la circunferencia de mi ojo
su musculosa lengua intenta saciarse
con mi espalda
viene a desvelar conmigo
se mete como una aguja en mi sueño
comienza a secuestrarme por el esternón
siento como clava sus palabras en mi cuerpo
de tanto hablar su saliva arruina la almohada

Ella ya no está a mi lado
me ha dejado sin huesos
                                            sin poder levantarme
su sombra se divisa a la luz del amanecer
se balancea en el trajinar del péndulo
para lanzarse sin dirección al mar.


XXIII

Cuando mis muertos resuciten
sabré que hay más allá de mi dolor
Repleta de enanos está la abadía
es anciana la noche que me espera
renuncio a ponerme algodón en la sangre
cuando encuentro vacía tu habitación
disparo un mar de necedades

Los insectos se acuartelan por las tuberías
se van pisoteando mi nombre
la Muerte es la mejor posada para un mortal
llega desnutrida        espera la hora de cenarme
               se ríe en mis descuidos

Un suicida acuña en sus dientes la epístola
donde se esconde el fallo de las ánimas
mi árbol apoya su pómulo en tu bastón
el estanque tiene peces amargos
mi tristeza asciende un acantilado
y se enferma en tus pupilas
en la yema de tu cuello pierdo la saliva

Tu lunar se hunde en mi arena movediza
la venganza de tus puñales
ladran en la copa de mis poros
te vendo mi orgullo por una palabra
que ha pasado un día en la cáscara del sol

Desde la ventana de mi lágrima
veo como muere la ceguera en el borracho
el viento padece de parálisis
cuando se atreve a rozar mi cuerpo
y tu adiós se sienta en la mano

Me abandono en el traje de un duende
y disparo mi alegría al aurora
en el boquete del océano inflamo mi fiereza
toco tu campana para anunciar mi partidaD




CAROLINA PATIÑO (Guayaquil, 1987-2007)

 
   Ganadora del Primer Concurso de Poesía “Buseta de papel” 2004. Integrante del grupo cultural Buseta de papel. Publicó el poemario Atrapada en las costillas de Adán (2006) y de forma póstuma salió el poemario Te suicida (2008) y Antología poética (CCE, 2009).

 


MUÑECA DE PORCELANA

a Carmen Váscones

Suenan infernales campanas de escuela
y yo entre viva y muerta me tambaleo.
Mientras el reloj de arena rojo
aparece y desaparece
y mi terrible aragnofobia me reclama
creen que estoy rota,
pues lo estoy;
como esa muñeca de porcelana
a la que le arranqué los ojos.

PASTILLITAS COLOR PASTEL

Si me das 1:
No pasa nada.

Si me das 3:
Olvido usar mis botas de hule porque el equilibrio me falta

Si me das 5:
Con mi pijama de 10 a 12 horas soñando con cosas que luego no recuerdo

Si me das 17:
Ya casi me salvas

Dame 199 y se acaba el drama...



CAJA DE RECUERDOS


¿Dónde se ha ido mi espíritu?
creía en todo lo que conocía
y ya no me acuerdo de mí
dulce caja de recuerdos
que me mantenía a distancia de la locura
que me pierde cuando me encuentra
ahora que me he mirado al espejo por horas
ruego que se corte mi pacto con la vida
ya sangré, respiré lloré suficiente

¿me puedo rendir ahora sin mi sombra?



FUTUROS HIJOS MÍOS


Aliméntense hijos de mis entrañas
llenos de antidepresivos drogas alcohol y muchos somníferos
duermo en los días y en las noches despierto por más dolor
Mi masoquismo ha llegado lejos
los quiero en mi vida pero los mato de a poco

Y yo solo

                         lo siento...



ADIÓS


Tan cansada de estar aquí
con todos estos miedos sin infancia
me voy sin perdurar
sin lograr que voltees por mí
sin lograr que enciendas la luz
sin lograr que abras tus ojos
el dolor tan limpio no sostendrá tu mano
demasiados espejos
descuelgan tambores en mi funeral.D


1 comentarios:

Anónimo dijo...

interesante articulo, pero te has olvidado de uno http://www.mundopoesia.com/foros/temas/oscura-poesia.557438/ quiza no es tan famoso o quiza si pero deberías leerlo

Luz

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